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Una ciudad con historia

Panama Turismo | Panama Ciudad

El día comienza con una visita en familia a la ciudad de Panama. Nuestro guía, David, nos ha recogido en el hotel y nos hemos puesto en camino a conocer nuestro primer destino del viaje.

Según avanzamos tengo la sensación de estar a la vez, en varios momentos diferentes de la historia, pero sin moverme del sitio. Por un lado veo los rascacielos que parecen brotar como si fueran “champiñones” y que se alinean frente al Pacífico formando un impresionante “skyline” y por otro lado David nos conduce a través de las callejuelas del casco histórico, mientras nos cuenta miles de anécdotas y leyendas sobre piratas y conflictos que pasaron hace cientos de años.

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Este destino aparece en 6 de nuestros circuitos:

Paseamos por la zona antigua de Panama y nos damos cuenta de que a cada paso que damos descubrimos una Iglesia, una plaza o una catedral. Nos paramos en la Iglesia de San José y al pasar al interior, el guía pregunta enigmático a mis hijos qué es lo que más les impresiona de esta Iglesia. Ha conseguido despertar su interés y curiosidad y ellos comienzan a buscar como locos una pista que haga a este sitio tan singular, “¡Ya lo sé!”, dice el pequeño emocionado, “el altar, el altar es de oro de verdad”. David sonríe y le da la razón; nos explica que el malvado pirata Henry Morgan atacó Panama en 1670, destruyendo casi todo lo que encontraba a su paso, sin embargo, este precioso altar se mantuvo intacto gracias al ingenioso Párroco que pintó de negro el oro para camuflarlo y que pareciera madera de caoba. Otra leyenda más que contar a nuestros nietos.

Seguimos con la visita y caminamos a través de la conocida Calzada de Amador. Mis hijos corren libremente, mientras mi marido y yo decidimos mantenernos cerca de David que está intentando que nos imaginemos cómo los grandes galeones españoles encontraron en este lugar, hace mucho tiempo, el sitio perfecto para desembarcar sus tesoros. Hoy en día lo que queda de esa época es prácticamente imperceptible; ahora puedes caminar, pasear en bicicleta, patines o incluso pescar. Vemos a mucha gente, haciendo cosas totalmente distintas a lo largo de todo el camino. Y finalmente llegamos al famoso Canal de Panama.

Todos teníamos muchísimas ganas de aprender un poquito más sobre esta gran infraestructura capaz de unir el Océano Atlántico con el Océano Pacífico y verdaderamente tras la visita explicativa nos sentimos casi unos expertos. Mis hijos han escuchado perplejos que el Canal de Panama mide 80 km de largo y a nosotros nos ha sorprendido saber que funciona 24 horas al día los 365 días del año. Hemos pasado por la esclusa de Miraflores en el Pacífico y sabemos que existen las esclusas de Gatún en el lado Atlántico. Durante el tiempo que hemos permanecido en el Canal, hemos podido ver varios barcos con banderas de los distintos países del mundo. Un buen ejercicio para enseñar a los peques algunas de las banderas que aún no saben identificar.

Después de la larga caminata, nos empieza a entrar hambre, así que decidimos poner en práctica todo lo que hemos aprendido a lo largo del día y nos dirigimos aventureros a la calle Uruguay que puede presumir de tener una gran oferta gastronómica y un ambientazo genial para pasar un ratito mientras comemos y reponemos fuerzas.

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